Electrochoques
- Kassandra Padilla C.
- 29 jun 2020
- 5 Min. de lectura
Actualizado: 9 jul 2020
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Nunca voy a olvidar las palabras de mi psiquiatra de aquel entonces...
«Haz probado de todos los medicamentos posibles, no hay respuesta; la única opción que nos queda para ti es la ¨terapia¨ con electrochoques »
Me quede paralizada por unos segundos y la poca esperanza que tanto me había esforzado por no perder, poco a poco se fue apagando. Mi psiquiatra me hizo creer que si no me sometía a ese procedimiento lleno de pura tortura, por que es lo que es para mi, una tortura... yo ya no volvería a sentirme bien. Le dije que lo pensaría y me fui a mi casa; llegue me encerré en mi cuarto, me tire en mi cama y llore como nunca; le preguntaba a Dios una y otra vez porqué tenia que pasarme esto a mi, que acaso ¿ya se había olvidado de mi?... le rogué una y otra vez que se apiadara de mi y me llevara.
Mi largo camino inicio con 20 mg de Lexapro al día... bajo la dosis de este medicamento lo único que podía hacer era dormir durante todo el día y noche; el Lexapro apago mis emociones por completo, esto, por un momento era bueno pues deje de llorar, deje de necesitar la comida como consuelo pues ya no sentía tristeza y ya nada me irritaba; la realidad es que ya no me importaba nada a mi alrededor, como dije, deje de sentir.
Aun cuando la tristeza se había ido, que era lo que mas me estaba afectando en aquel entonces, yo no podía aceptar seguir viviendo así, tenia que hacer algo al respecto pues todo a mi alrededor se seguía desmoronando; ya ni siquiera era capaz de amar a mi pareja, no podía sentir nada por nadie.
En consecuencia, se me cambio el fármaco; 40 mg de Fluoxetina al día acompañado de 10 mg de Olanzapina. Mis emociones regresaron de una manera abrupta... por supuesto el llanto regreso, mi irritabilidad de nuevo me llego a dominar por completo, me sentía una loca. La Olanzapina me causo un hambre voraz de manera que mis atracones no solo regresaron, si no que la fuerza de estos era mayor, ya no podía controlar la cantidad de alimento que ingería; mi obsesión por mi cuerpo, empeoro. No aguante mucho estando así, volví furiosa con mi psiquiatra y le reclame el hecho de darme un medicamento que me ocasionaría apetito en exceso cuando uno de mis problemas en aquel entonces era mi obsesión hacia mi imagen corporal; eso es de ser idiotas, pensé... Por supuesto, cambie de psiquiatra.

Mi nuevo psiquiatra me prescribió 750 mg de Epival al día y de nuevo todo dentro de mi se adormeció; me sentía cansada todo el
día, me quedaba dormida en clase, en el cine y tuve 4 choques de auto en menos de dos meses (por favor, no manejes cuando haz iniciado un tratamiento con psicofármacos) y aun cuando tengo fuertes lagunas mentales sobre mi pasado, nunca olvidare que en uno de mis viajes a Disney (mi lugar favorito) me la pase dormida, solo me despertaba para cambiar de banca para seguir durmiendo mientras los demás se divertían. ¿Quién va a Disney a dormir? ¡Ninguna persona!... pero este es tan solo un ejemplo de como un desequilibrio químico en tu cerebro puede alterar la forma en la cual experimentas tu día a día; en mi caso yo ya no tenia la capacidad para disfrutar, ya no sentía nada, de nuevo.
De modo que, termine dándome por vencida más de una vez y fue aquí donde mis intentos suicidas hicieron aparición; termine internada en un hospital mental en donde recibí mi diagnóstico para trastorno bipolar tipo II, y los cocteles de medicamentos continuaron; entre ellos Litio, Epival, Quetiapina y de más. Las semanas pasaban y nada parecía mejorar, lo único presente eran los molestos efectos secundarios que estos fármacos me provocaban. Estaba cansada de seguir intentando, así que en los últimos días de mi estadía en ese hospital empece actuar de tal forma que los enfermeros creyeran que yo estaba mejorando, incluso logre manipular en cierta forma a mi terapeuta y logre que me dieran de alta.

Volví a mi casa, me sentí llena de energía y estaba super eufórica por que ya no estaba encerrada en ese lugar, sin embargo, esa sensación no duro mucho y con el paso de los días volví a sentirme mal; entonces decidí ir con un psiquiatra de alto prestigio en Hermosillo con la esperanza de que esta vez, si funcionara; lo único que escuche de el fue lo siguiente:
«Haz probado de todos los medicamentos posibles, no hay respuesta; la única opción que nos queda para ti es la ¨terapia¨ con electrochoque »
Cuando regrese a mi casa pase todo un día completo investigando sobre ese procedimiento, encontré información a favor y en contra; testimonios de personas a las cuales les arruinaron la vida produciéndoles graves pérdidas de memoria, las cuales jamas recuperaron sus recuerdos; de hecho, en algunos testimonios las personas ya no volvieron a reconocer a sus parejas, ni siquiera sus padres... y es que es absurdo pensar que fuertes descargas eléctricas al cerebro no crearan algún tipo de año, pero bueno, eso es algo que a la industria y a muchos psiquiatras les importa un comino.
De manera que, me tome unos días para reflexionar sobre lo que haría; mientras tanto, continue tomando 50 mg de Sertralina y 150 mg de Quetiapina, los cuales me fueron prescritos antes de salir del hospital mental. seguía sin energía, incluso hubo días que ni siquiera tenia energía para pensar sobre lo que haría para mejorar mi situación, fue aquí donde mis papás no se dieron por vencidos y lograron contactar con un psiquiatra/terapeuta que literal salvo mi vida. Recurrí a el y lo que hizo fue prescribirme un medicamento extra a lo que ya estaba tomando, este medicamento seria solo de manera temporal; me daría energía para poder salir de mi cama y poder tener días productivos, esto, mientras le daba tiempo a mis otros medicamento de hacer efecto. Así que, aun cuando seguía sin la capacidad de disfrutar, tenia mucha energía (sin llegar a la manía) la cual era mi gasolina para poder hacer cosas que me ayudarían a mejorar mi situación... tuve la energía de empezar a alimentarme mejor, hacer ejercicio, volver a estudiar, hacer las tareas que mi terapeuta me dejaba... y lo que siento que más me ayudó (y me ayuda en la actualidad) fue: practicar una religión. Con el paso de las semanas todo empezó a mejorar y mi capacidad de disfrute regreso de manera gradual; de pronto todo cambio, volví a vivir.

Por muy larga que sea la tormenta, el sol siempre vuelve a brillar entre las nubes.
Khalil Gibran
Hola Kassandra he leído tu artículo, he pasado por situación muy pareja a la tuya en cuanto a ingreso y los medicamentos tomados desde mi ingreso en 2013, pero creo que al final dices que te recetaron un medicamento adicional de forma temporal, pero si no lo he visto mal no mencionas de cual se trata, me lo puedes decir?